El lomo es uno de nuestros cortes más exquisitos. Degustar una pieza de lomo, ya sea Serrano o Ibérico, es una experiencia única.
En su estado natural (fresco), es una pieza alargada y firme. Está formado por los músculos de la espina dorsal, localizados en la parte superior del cerdo. Es una pieza compacta y muy magra, prácticamente sin grasa externa, pero con un veteado interno que lo hace ser, después del jamón, uno de los cortes más valorados.
La cantidad de grasa infiltrada, su peso y su forma varían de una pieza a otra. La propia genética del cerdo, el tamaño de cada uno y el tiempo de curación son algunos de los factores que hacen que cada pieza sea diferente.
Es uno de los productos más naturales ya que apenas se manipula. Todo lo que se hace es adobarlo con pimentón, de ahí su color rojizo, condimentar con sal y ajo y embucharlo de forma artesanal.
Tras su elaboración, comienza el proceso de curación en nuestros secaderos naturales ubicados en La Alberca, a más de 1.100 metros de altitud, en el Parque Natural Las Batuecas-Sierra de Francia, Reserva de la Biosfera.
Mientras aguarda a la espera de su maduración, cada pieza es bañada por el aire puro que desciende de la Sierra. En el lomo ibérico, este proceso de curación dura un mínimo de 80 días.
Su infiltración de grasa es simplemente perfecta. Sus vetas lo delatan. Su aroma, sabor y textura es intensa y persistente. Una vez lo pruebes, se convertirá en tu favorito.
Para disfrutar su sabor al máximo, sírvelo a temperatura ambiente (70ºF/ 20ºC). El corte clásico, de unos dos milímetros de grosor, permite saborear cada matiz. Pero también puedes hacer lonchas finas y alargadas, para una experiencia más delicada en boca y presentación más elegante.
A la hora de maridarlo, recomendamos un Fino o Amontillado, una cerveza tostada o un Tempranillo Crianza o Reserva de Ribera del Duero.