Algunos alimentos pueden contener sustancias generalmente inofensivas para la mayoría de la población, pero para otros pueden resultar dañinas, produciendo alergias o intolerancias.
Dentro de este grupo de sustancias que se conoce como “alérgenos” se encuentran por ejemplo el gluten o la lactosa, que no representan ningún peligro, salvo si eres alérgico o intolerante.
El gluten, que se encuentra de manera natural en el trigo, centeno y cebada, entre otros cereales, se utiliza en la elaboración de embutidos como aglutinante y homogeneizante.
La lactosa es un tipo de azúcar que se encuentra en la leche y otros productos lácteos. Aunque no lo parezca, la mayoría de los embutidos llevan lactosa. ¿Por qué se usa tanto habitualmente? Para modificar la textura, mejorar el color, el sabor (evita la acidez), y para alargar la vida de los alimentos.
Puesto que no existe cura para las reacciones alérgicas a este tipo de sustancias, el único tratamiento es evitar el consumo de alimentos que contienen este tipo de alérgenos.
En Fermín estamos muy concienciados y comprometidos con la seguridad alimentaria. Por eso, todos nuestros productos son libres de gluten y lactosa (excepto la morcilla, que contiene pan por ser un ingrediente fundamental de la misma, y así se indica en su etiquetado).
Los productos que llevan nitratos y nitritos son seguros desde el punto de vista sanitario, pero también los que no los llevan si se cuidan mucho todos los pasos del proceso de producción. Por eso, en Fermín llevamos más de diez años elaborando una línea de productos libres de nitritos y nitratos.
Para asegurar todo esto a nuestros clientes, estamos certificados por las normativas de calidad alimentaria IFS y BRC, que exigen un Plan de Control y Gestión de Alérgenos, por lo que la validación de los procesos de limpieza y la verificación de ausencia de contaminación cruzada se convierte en un requisito imprescindible.
En Fermín, la salud, la calidad, la tradición y el sabor único de todos nuestros productos es una prioridad.
